domingo, octubre 22, 2006

VANAMENTE

















VANAMENTE


Se arrastran, con miradas de homicidas
se sierpen en penumbras siempre errantes,
con hedor putrefacto soban lomos.

Son capaces de estremecer el alma
del mismìsimo infierno, sin temor
de humillar al perplejo Belcebú.

Repasan la ciudad con ojos desbordantes
de avaricia calándote los huesos,
te penetran, te trepan, te divulgan.

Zigzagueantes, estrangulan hasta el llanto
más corrupto del mísero cacuy,
e incitan al suicidio al más mediocre.

Flagelantes resuenan en mi espalda
sus encelos rabiosos de gris muerte,
pero increíblemente sudan, sueñan.

Rìen, lloran hipócritamente, aunque
siempre yacen erguidas vanamente
sus ininterrumpidas largas lenguas.


Sandra Ignaccolo

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