Contar la irrefrenable pasión
del desencuentro,
contar los dolores interminables.
Contar los días, que ya no son
en mi alcoba repleta de recuerdos,
que huelen a muertos orgasmos.
Desparramar en alaridos
el llanto de la noche,
que cala incesante y muere…
extrañándote y nombrándote,
en esta soledad de amor sin dueño.