Cada vez que decidimos salir de nuestro cuerpo, para dar un paseo entre el cielo y el infierno, los platelmintos, hacen de nosotros un banquete, los atrae poderosamente el miasma que desprendemos al desvencijarnos y los que hoy viven en la opulencia, se olvidan que todos somos iguales.
El tiempo se encarga implacablemente de descomponernos el hìgado, el estòmago, la vanidad, y el puto desaire que lucìamos con altivez en vida. Despuès de haber visto lo que hicieron de mì, en los momentos que abandonè mi cuerpo, decidì, ser màs humana.