domingo, octubre 22, 2006

TUS OJOS


Tus ojos
que no son, no, los ojos de la noche
con su mirar de estrellas estresadas.
Tus ojos me recuerdan
a la ínfima infancia que viví
huyendo de otros ojos minusválidos
hacinada al dolor, loca de sueños,
transeúnte vacilante de la vida.

Por verte
me incliné ante tus ojos milenarios,
pude reconocerlos perpetuándose
en los míos, musgosos y cansados.
Tus ojos
son el túnel de reencuentros mutantes
cargados de desvelos. Ay, los años
ya sabían a ti, y yo te sabía
vagando en un nostálgico rebrote,
de un país calcinante y sulfuroso.
Tus ojos
que no son, no, los ojos de mi madre
que ahuyentaban mis duendes de la siesta,
para no ver sus propios ojos muertos.
No, no son esos ojos los que admiro.

Tus ojos
son las puertas que se abren y se cierran
según pase la vida y me adivinas
tus ojos, son latidos de esperanzas
y un gemir de batalla en cada puerto.
Tus ojos
que mecieron a esta niña de antaños,
dijeron lo indecible en otros tiempos
miraron otros ojos y otras bocas
bocas que esbozaron falsas promesas
bocas violáceas de besos olvidados.

Tus ojos,
tus ojos, que jamás se van del todo
vienen desde mi infancia como loas,
como Dioses labrando mis crepúsculos,
y suelen irse huyendo de otros ojos
para llorar mis lágrimas más amargas,
desde el principio mismo de la vida.

Sandra Ignaccolo 

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